Tiempo
Lectura
3 MIN

La incidencia de los gastos pequeños no programados en el presupuesto

Un primer gran problema que acarrea realizar este tipo de gastos, es que desequilibra el presupuesto, porque lo frecuente no es que se designe una cantidad determinada de dinero para ello.

La ciencia de la Economía nos ha enseñado muy bien que el ingreso que recibimos tiene dos grandes destinos: a) aquella cantidad que destinamos al consumo (Gastos), y b) aquella cantidad que destinamos al ahorro. La fórmula que expresa dicha relación es muy sencilla:

Y (ingreso) = C (Consumo) + A (Ahorro)

Se espera que haya un equilibrio entre estos dos destinos; es decir, que para poder subsistir, tenemos que consumir y para poder hacerle frente a las adversidades que se presenten en el futuro, tenemos que ahorrar. Consumir implica gastar y los gastos, en sentido general, pueden clasificarse en:
1. Gastos fijos y corrientes 2. Gastos programados 3. Gastos no-programados

Los gastos fijos y corrientes son los compromisos que hemos asumido y que normalmente tenemos que hacerle frente cada mes. Por ejemplo: pago de alquiler de casa, colegio, alimentación, educación, energía eléctrica, entre otros.

Los gastos programados son aquellos que con antelación ya hemos realizado un plan de ahorros para lograr juntar el dinero que necesitamos para dicho gasto. Nos preparamos y planificamos para lograr la meta que nos hemos propuesto. Por ejemplo, decidimos que vamos a comprar una computadora; sabemos el costo total de la misma y a partir de ahí desarrollamos un plan de ahorros para guardar una cantidad de dinero específica cada determinado tiempo, hasta lograr juntar todo el dinero.

Los gastos no programados son aquellos que realizamos sin haber hecho un plan de ahorro para los mismos, sino que simplemente, por ejemplo, vemos el especial del 2×1 que nos llama la atención y en ese mismo momento realizamos la compra, sin pensar ni saber a qué partida le estamos quitando el dinero para realizar ese gasto. Estos gastos no programados, son los que, en sentido general, provocan desbalance en nuestro presupuesto y nos llevan a contraer altos niveles de endeudamiento. Tienen una característica muy especial, y es que normalmente se disfrazan de gastos de poco monto y en aprovechar siempre una “gran oportunidad”.

Frecuentemente las personas no le dan importancia y casi siempre se refieren a ellos con expresiones como las siguientes:

Los gastos no programados están amparados bajo las siguientes culturas:

  • Del despilfarro.
  • Del merecimiento.
  • De la insensibilidad.
  • Del placer inmediato.
  • Del crédito fácil.

El efecto de los gastos no programados

Al ser muchos de ellos de relativamente poco monto, la frecuencia con que se dan es muy alta. A esta situación, además, hay que añadirle la práctica de no llevar anotaciones de los mismos, cosa que como ya hemos expresado anteriormente, es letal para una buena administración de los recursos económicos que poseemos. La gran trampa que hay escondida detrás de estos gastos no programados, de poco monto, es que llegan a convertirse en parte de nuestro diario vivir; se vuelven parte de la “familia” y ya nos hacen falta cuando no están.

Un primer gran problema que acarrea realizar este tipo de gastos, es que desequilibran el presupuesto, ya que lo frecuente no es que se designe una cantidad determinada de dinero para ellos. La experiencia más próxima a los mismos, es que el dinero que utilizamos casi siempre se lo terminamos quitando a otras partidas del presupuesto, produciendo como consecuencia un déficit en este. Este déficit termina convirtiéndose en endeudamiento, que es el otro segundo gran problema que genera este gasto.

El Déficit

Estos tienen la virtud de producir una especie de “adormecimiento” en la vida de las personas que lo realizan, por no darse cuenta de la cantidad de dinero que se malgasta en este tipo de consumo. Anestesian económica y emocionalmente a quienes lo ponen en práctica y lo convierten en parte de su rutina. Por otro lado, terminan también convirtiéndose en gastos en donde se “despilfarra” el recurso económico disponible, y este es el tercer gran
problema que produce esta situación.

El antídoto más eficaz contra este tipo de compra y de malgasto del dinero, contiene los siguientes seis elementos:

1 No subestime la importancia de los mismos. Un artículo que cuesta 25 pesos no es tan representativo si sólo se compra una vez al mes, pero cuando dicho artículo se compra durante los treinta días del mes, entonces estamos hablando de una cantidad de dinero suficientemente significativa para ser tomada en cuenta.

2 Tome conciencia de la facilidad con la que se está manejando este tipo de compras

3 Evalúe de forma periódica la incidencia que tienen sobre el presupuesto que ha sido elaborado

4 Lleve anotaciones de los mismos

5 Elabore un plan para reducirlos a su mínima expresión

6 Contemple una partida denominada “gastos imprevistos” y asígnele una cantidad de dinero de acuerdo a sus posibilidades

Si pone en práctica estas recomendaciones, puede estar más que seguro de que su presupuesto no seguirá el camino del desorden y el limbo, sino que estará bien ajustado y será un instrumento de liberación, tanto en lo económico, como en lo emocional.

por: JOAQUÍN DISLA joaquin_disla@yahoo.com

También te puede interesar:

https://revistamidinero.com.do/deudas-salgo-de-ellas/

Nuestro sitio web utiliza cookies par aofrecer mejor experiencia a nuestros usuarios. Por favor consulta nuestras Políticas de Cookies