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La Importancia de una Rutina Financieramente Sana

Así como sucede con una buena rutina de ejercicios, una rutina financiera sana busca apuntalar hábitos que sostengan una adecuada resistencia financiera, que equivale a nuestra capacidad para sostener nuestro bienestar frente a los riesgos de la vida.

Nuestras vidas giran alrededor de una rutina, estemos o no conscientes de ello. Y no es que esto tenga nada de malo; simplemente sucede. El horario de trabajo o de estudios, las costumbres del hogar, cuándo y qué comemos, cuánto y en qué momento dormimos, se convierten en un movimiento continuo con cierta rutina implícita.

Es posible, desde luego, cambiar las rutinas o construir algunas nuevas. Un ejemplo perfecto, es cuando nos proponemos asumir una rutina de ejercicios. Hacerlo requiere vencer la inercia de la vieja rutina, lo cual, siempre implica un pequeño trauma.

Al principio te duele y te cuesta – puedes llegar incluso a renegar del objetivo – pero si persistes habrás incorporado uno de los hábitos más beneficiosos que podemos tener: hacer ejercicio por gusto… y por rutina. Exactamente igual sucede con la gestión de nuestras finanzas. Contrario a lo que podemos pensar, el bienestar sostenible no tiene que ver solamente con nuestro talento, con nuestra disposición o con la generación de ingresos privilegiados; en realidad, necesitamos una rutina financiera que favorezca el bienestar y no lo sabotee.

¿Por dónde comenzar?

Lo primero es comprender nuestra situación financiera actual, partiendo de una observación consciente de las entradas y salidas de dinero. Este diagnóstico, que se construye a partir de la observación, constituye en sí mismo un cambio de ritmo y es el primer paso en el camino para esa nueva rutina financiera.

Solo hazlo

Mantener una buena rutina financiera – aunque inicialmente te la impongas de forma mecánica – aumentará la probabilidad de obtener y mantener el nivel de vida que deseas. Es igual que con los ejercicios: aún cuando no entiendas bien por qué haces tal o cual ejercicio, hazlo hasta que tus músculos se habitúen y puedas dominar la rutina. Con el dinero sucede igual: observa y aprenderás.

Claves para una rutina financiera sana

Cuando conocemos sobre cultura financiera, comprendemos que las situaciones relacionadas con dinero son consecuencias – y no causas – de cómo gestionamos nuestro movimiento financiero y los riesgos de nuestras vidas. Aceptando que siempre habrá eventos inesperados que afectarán nuestros planes, pues la vida no cabe en una hoja electrónica y la cantidad de esta gestión financiera y de riesgos está íntimamente ligada a nuestra rutina financiera. De hecho, puede afirmarse que la rutina importa tanto o más que el nivel de ingreso.

A partir del diagnóstico, ya puedes construir una primera rutina de ejercicios, que consistirá en el uso de determinadas “máquinas”, las cuales, serán escogidas teniendo en cuenta el objetivo que tienes en cada fase de tu desarrollo como aficionado al fitness. Al principio, crear resistencia pulmonar; luego fortalecer aquellas partes más débiles del cuerpo, y así sucesivamente, procurando ser constantes en el esfuerzo y cuidadosos, para evitar una lesiones.

El equivalente al piso de máquinas del gimnasio, en la rutina financiera, es nuestro mapa de cuentas. La experiencia nos ha enseñado que es mucho más eficaz usar cuentas separadas para “ejercitar” diferentes “músculos” financieros.

El mapa de cuentas: la extensión de una rutina financiera sana.

Igual que sucede con una buena rutina de ejercicios, una rutina financiera sana busca apuntalar hábitos que sostengan una adecuada “resistencia financiera” – que equivale a nuestra capacidad para sostener nuestro bienestar frente a los riesgos de la vida – y, a la vez, ejercitar cada uno de nuestros “músculos financieros”.

La primera clave del mapa de cuentas, es aislar el ritmo del ingreso del de gasto, introduciendo – a partir del uso de cuentas separadas – una regulación entre la entrada y la salida. En otras palabras, es recomendable que la cuenta desde la cual cubrimos nuestros costos y gastos, no sea la misma a la que enviamos los ingresos. Esta separación concreta entre el “músculo de ingreso” y los “músculos de costos, gastos y ahorros”, constituye un aspecto fundamental de la cultura financiera.

Aparte de una cuenta aislada para los ingresos, conviene usar una cuenta separada para cada “músculo”. Los costos ordinarios de vida – que corresponden a nuestro bienestar básico y, por tanto, al primer riesgo que hay que cubrir – deben tener su cuenta aparte, igual que los gastos extraordinarios o no recurrentes.

Asimismo, se recomienda tener una cuenta para acumular los excedentes de cada período, de forma que aumente la probabilidad – al aislarlos del movimiento ordinario – para que se conviertan en ahorro, o en ganancias que apoyen la consecución de nuestros objetivos de vida.

El mapa de cuentas

Está conformado por, al menos, cuatro cuentas: una cuenta para ingresos, que no se usa directamente para los gastos, pues esto ayudará a regularlos de manera eficaz, “separándolos” de los ingresos; una cuenta para los costos ordinarios, que permite gestionarlos de forma consciente y estratégica; otra para gastos no recurrentes, como seguros, regalos, cumpleaños, vacaciones, adquisiciones, entre otros. Otra cuenta debe ser creada para acumular los gastos del período.

La rutina es dinámica

La observación de la rutina – inicialmente semanal, luego más espaciada – nos alertará sobre cuál “músculo” requiere mayor atención en un momento dado.  Igual sucede con los ejercicios: al principio – mientras construimos capacidad y resistencia – debemos enfocarnos en los ejercicios que toca hacer y no en los que quisiéramos hacer. Más adelante, podremos ser flexibles y disfrutar del camino hacia el logro de nuestros objetivos.

Cristian Burgos C. y Paulo Herrera M. | info@smartcoach.com.do

@smartcoachrd

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