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Un mapa para cambiar tu ciclo financiero

El cambio de ciclo financiero es un proceso, no un resultado instantáneo, que comienza con una decisión y un compromiso.

Si tienes la sensación repetida de que el dinero no te alcanza, aún cuando hayas experimentado incrementos en tus ingresos; si sientes que necesitas ingresos extraordinarios para “nivelarte” o para eliminar resacas; si cualquier imprevisto te “descuadra” el mes y sientes la frustración de no cumplir con un presupuesto; entonces, el objetivo de cambiar de ciclo financiero es para ti.

Cero Culpa

Antes de abordar este objetivo, me veo obligado a advertirte sobre la importancia de ahuyentar la tentación de sentirte culpable o de auto-flagelarte por tu situación actual, sin importar cuál sea esta.

Debes entender, en cambio, que el estado actual de las cosas es consecuencia de una brecha de conocimiento que hemos tenido la gran mayoría de los dominicanos y las dominicanas, por no decir de los latinoamericanos en general, ya que no nos enseñaron a gestionar un movimiento financiero que permita que nuestro ingreso activo se convierta, sin sacrificar nuestro bienestar, en generador de riqueza y no en fuente de acumulación de déficits y resacas financieras.

Decisión y ajuste de expectativas

El cambio de ciclo financiero es un proceso, no un resultado instantáneo; que comienza con una decisión y un compromiso. No tienes que esperar un ingreso extraordinario para “limpiar” y comenzar de nuevo. La buena noticia es que esta decisión es la más rentable que puedes tomar en tu vida. ¿Quieres cambiar tu ciclo financiero? ¿Estás motivado? Si lo estás, no tendrás ningún proble ma en seguir el mapa que presentamos aquí:

Lo primero: Observar

Para tomar las riendas de tu movimiento financiero, lo primero que toca hacer es observarlo. La razón para ello es sencilla: fue precisamente la ausencia de atención a la dinámica del flujo de caja, y las decisiones de consumo e inversión tomadas sin sincronía con el mismo, las que causaron tu situación financiera actual. Lo sensato es, por tanto, vencer el impulso de tomar medidas drásticas inmediatas y dedicar unas cuantas semanas a la observación del ritmo del flujo de caja, de forma que las acciones se ajusten a nuestra situación particular. ¿Qué debemos observar? Lo primero es determinar, a partir de un registro detallado, el costo básico recurrente de nuestra comunidad familiar. Este costo básico se compone de los gastos ordinarios en alimentación, transporte, salud, educación, higiene, ocio, así como cualquier otra partida que sea usual en el movimiento financiero comunitario.

El cálculo del costo básico excluye los pagos por préstamos, sean hipotecarios o de otra índole. Aunque sean recurrentes, estos compromisos financieros asumidos corresponden a decisiones que probablemente se tomaron en un contexto no gestionado.

Separar las cuotas de los préstamos del costo básico, permite, además, que nos planteemos escenarios de higienización que incluyan reestructuraciones de financiamientos, o bien de “resacas” que arrastramos del pasado

Lo segundo: Comprender

La experiencia muestra que el conocimiento de este costo básico es, en sí mismo, un avance importante en el proceso de ordenamiento financiero. Típicamente, hasta que no realizamos esta observación de la realidad, no sabemos con cuánto contamos, ni estamos sensibilizados para diferenciar en nuestros egresos los costos básicos de otros compromisos financieros. Este conocimiento nos permitirá, además, cuantificar la diferencia entre nuestros ingresos activos ordinarios y el costo básico. El tamaño de esta diferencia – y cuánto de la misma tenemos “ocupada” en consumos que no son básicos, o con obligaciones financieras contraídas en el pasado – determinará nuestros próximos pasos.

¡Ahora sí! Cambiando de ciclo financiero

Una vez cuantificado y comprendido nuestro movimiento financiero, ya podemos trazar el mapa para la higienización. Si el excedente entre el ingreso regular y el costo básico está “ocupado” por compromisos financieros – o resacas – que no dejan espacio para el ahorro y la creación de riqueza, entonces el mapa es claro. La higiene financiera se alcanzará cuando logremos liberar una porción apreciable de ese excedente, de forma que podamos dedicarlo a la acumulación de bolsones de liquidez que regularán las fluctuaciones en nuestro flujo de caja.

El cambio de ciclo financiero resulta cuando asimilamos esta realidad y la aplicamos a nuestra situación actual. Es muy importante que estemos dispuestos a asumir las pérdidas o las ganancias que arrastramos por decisiones que tomamos en ciclos anteriores. Este proceso mental es vital para lograr el cambio de ciclo. Enfocarnos en nuestros objetivos de vida, ignorando presiones sociales y aspiraciones poco realistas, puede hacernos más fáciles este tránsito.

Bien querer… bien consumir

La higiene financiera tiene también aspectos cualitativos. Es frecuente que experimentemos el impulso de consumo, bien sea por encima de nuestras posibilidades, o fuera de tiempo. En ambos casos, la sensibilización y la observación, así como la confrontación con la cantidad real de excedentes que podemos generar en un tiempo determinado, ayudan a racionalizar estos deseos amplificados.

Querer lo que puedo, cuando puedo, también es higiene. Desde luego, construir los hábitos que sostienen la higiene requiere paciencia y persistencia. Pero el premio, la autonomía financiera, bien vale la pena.

Paulo Herrera/smartcoachrd@gmail.com

@smartcoachrd

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