Los jóvenes estudiantes dominicanos tienen el reto, junto a la generación actual, de forjar nuevas oportunidades y nuevas fuentes de riqueza, impulsar ideas no tradicionales y crear un nuevo futuro
En mi experiencia con jóvenes estudiantes universitarios y recién graduados, es palpable en ellos la preocupación sobre lo incierto de su futuro laboral, o sobre cuáles son los pasos adecuados que deben seguir para alcanzar la anhelada independencia económica, ya que lamentablemente, en República Dominicana, como otros países del mundo que se ven afectados por la crisis mundial, resulta cada vez más hostil para los recién graduados colocarse en una fuente de trabajo, una vez concluya el día feliz de la graduación.
Sus inquietudes me obligan a analizar un poco las características e indicadores que se presentan en forma de estadísticas oficiales. Me permito explorar junto a ustedes algunos números que me resultaron alarmantes, pero al mismo tiempo interesantes, los cuales, comparto a continuación: En términos de juventud y empleo, las cifras oficiales, al cierre del censo del 2010, indican que la población joven, en edades comprendidas entre 15 y 35 años, es aproximadamente 3.3 millones. En esa misma secuencia, en un informe de la Organización Internacional del Trabajo -OIT- del año 2013, indica que más del 32% de los jóvenes se encuentran desempleados y que el 14% está sub-empleado. Estas cifras eran inquietantes, porque indicaban que el país estaba por encima de los demás países de la región.
Asimismo, a través de este estudio se evidenció una correlación entre estas estadísticas, entre la baja calidad de escolaridad y la cada vez más reducida cantidad de oportunidades para encontrar una fuente adecuada de sustento, lo que ha estado convirtiendo a esta población en la más vulnerable en los temas empleo y desaceleración económica. Por otro lado, encontramos más de medio millón de estudiantes universitarios repartidos en 31 academias y 56 recintos en todo el país. Muchos de ellos en carreras con una limitada oferta en el mundo laboral, como por ejemplo, los que estudian negocios, derecho y ciencias de la salud.
El esfuerzo de las universidades
Este panorama encuentra a esta población joven, en vía de una preparación profesional, sin las herramientas adecuadas para ser parte de una competencia sin cuartel, en la que deben alcanzar las cada vez más insuficientes fuentes de trabajos formales. Al mismo tiempo, con un esfuerzo poco consistente de las universidades para preparar a sus estudiantes en los caminos para la autogestión, la creación de emprendimientos e ideas para motivar más allá de las opciones obvias de sustento. En pocas palabras, crear un real movimiento coordinado para motivar a nuestros jóvenes por el camino de la creatividad, el emprendedurismo y la generación de riqueza, así como para llevar nuestra sociedad a una nueva ola de productividad, creación de oportunidades y de riqueza social
Mi recomendación
En mis conversaciones me encuentro con interminables expresiones y preguntas sobre cuál camino es el mejor: ¿la seguridad y protección del trabajo fijo o caminar por un camino de creación y manejo del riesgo?. Usualmente, mi respuesta es que cualquiera que les permita llenar su vida de logros y experiencias, porque al final, son caminos entrelazados que se complementan bajo una disciplina y gran perseverancia.
Sin embargo, desde mi punto de vista, las universidades deben ser la fuente más importante para motivar en los estudiantes a la creación de un conocimiento que les ayude a mejorar su condición, de llevarles a buscar formas de innovar, crear y transformar su entorno, con el fin último de crear la oportunidad y el deseo de desarrollar ideas propias de creación de valor y riqueza.
En la actualidad, como ningún otro tiempo en la historia, las ideas tienen un lugar tan relevante como los recursos tangibles y se ha logrado dotar a los jóvenes de herramientas de colaboración en tiempo real con sus pares generacionales en cualquier lugar del mundo. Estos elementos están a la mano para ser gestores de ideas que pueden comenzar como iniciativas locales y que en un tiempo relativamente corto, puedan convertirse en acciones nacionales y hasta globales. Por lo que las opciones no son caminos cerrados y la educación no es solo una vía para obtener un trabajo remunerado o competir por un mismo puesto en una corporación.
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Los jóvenes estudiantes dominicanos tienen el reto, junto a la generación actual, de forjar nuevas oportunidades y nuevas fuentes de riqueza, impulsar ideas no tradicionales, respetando las experiencias del pasado, pero creando un nuevo futuro.
ELEUREN MÉNDEZ MORENO | eleurenm@thefourthcapital.com
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