Reciclar puede ser sinónimo de ahorrar, tanto en el sentido económico como de conservación de recursos naturales.
En ambos casos resulta tremendamente beneficioso, tanto para el bolsillo como para el planeta. Pero no sólo eso, porque además de suponer un ahorro, el reciclaje es un filón global con el que se lucran muchas empresas y países, no siempre de forma lícita.
En clave de ahorro económico doméstico, en nuestros hogares podemos reciclar un sinfín de objetos para transformarlos en algo que nos sea de utilidad. Desde coleccionar corchos de botella para hacer una esterilla hasta convertir una rueda en columpio, los desechos orgánicos en compost o, por ejemplo, un palé en un mueble de comedor o jardín.
El beneficio es doble, pues además de dar una segunda vida al objeto (ahorro de recursos) conseguimos ahorrar el dinero que hubiéramos gastado comprando otro similar que hiciese su misma función, al tiempo que evitamos la polución, el despilfarro energético y la huella de carbono que conlleva desecharlo.
Reciclajes que evitan gastos
Aunque el ahorro es la consecuencia lógica del reciclaje, si queremos que nuestros gestos de reciclaje supongan un ahorro será más fácil lograrlo teniendo en cuenta las siguientes diez claves:
- Reducir antes que reciclar: aunque reciclar supone evitar un gasto mayor en la mayoría de los casos, todavía ahorraremos más si prescindimos de ese objeto. Partiendo de las tres erres de la ecología, reducir y reutilizar y reciclar, simplemente sigamos por este orden si deseamos ahorrar.
- Reciclar como sustitución: Siguiendo con la misma idea, el reciclaje que se traduce en ahorro es el que cubre una necesidad, es decir, el que sustituye a otro que hubiéramos tenido que adquirir.
- Reciclaje decorativo: La decoración con materiales reciclados es una buena forma de ahorrar, sobre todo cuando se hace de forma sistemática, pues se trata de un capítulo de gasto importante en un hogar o en el lugar de trabajo.
- Reciclar en el jardín: El reciclaje creativo también tiene grandes posibilidades en cuestión de plantas y flores o para el cultivo de vegetales en pequeños huertos urbanos. A la larga, obtenemos un gran ahorro al no tener que comprar macetas, jardineras, guías, cordeles y, sobre todo, si también utilizamos pesticidas y abonos caseros reciclando café, cáscaras de huevos o con el compost.
- Reciclaje de papel: Aprender a gastar el mínimo de papel incluye desde un uso responsable, que se reduzca a lo estrictamente necesario, hasta su reciclaje o reutilización imprimiendo por las dos caras.
- Reciclar la ropa: La ropa es un gasto importante, al tiempo que permite un sinfín de posibilidades: camisetas viejas convertidas en un fular, pantalones largos que cortamos y sirven para el verano, ropa que transformamos pintando sobre ella…
- Reciclar envases: El reciclaje de envases de vidrio o de plástico, incluyendo botellas y garrafas, es un auténtico filón que nos ahorrará un buen dinero en objetos funcionales y también decorativos.
- Reciclar muebles: Los muebles pueden cambiar de aspecto radicalmente sólo con pintarlos de otro color. El reciclaje de muebles viejos es una gran oportunidad para ahorrar importantes cantidades.
- Reciclar para la limpieza: Las camisetas viejas son idóneas para hacer trapos de la limpieza o, por ejemplo, demos uso a los cepillos de dientes desechados. También será interesante fabricar nuestros propios productos de limpieza con restos de pastillas de jabón, posos del café o, sin ir más lejos, reciclando la misma piel del limón.
- Reciclar para revender o regalar: Además de poder vender muchos objetos que no se usen y que estén en buen estado, podemos mejorarlos o hacer proyectos creativos que puedan tener salida para la venta o, por qué no, ser un regalo ideal.
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Recuerda que: Reciclar puede ser sinónimo de ahorrar, tanto en el sentido económico como de conservación de recursos naturales…
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